¿Alguna vez te has encontrado deseando poder expresar tus pensamientos y sentimientos de manera clara y directa, pero te has visto atrapadx en un laberinto de dudas y temores? Esto es algo que sucede a menudo, especialmente en quienes se encuentran atravesando un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA). La asertividad y los TCA tiene una estrecha relación, sin embargo, poco se suele hablar de esta cualidad increíblemente poderosa.
En este artículo, Pepa Paredes nos adentra en la asertividad explicándonos qué significa ser asertivo, por qué es importante trabajarla cuando se padece TCA y cómo podemos cultivar esta habilidad en nuestra vida diaria. Y si sientes que quieres aprender más, no te pierdas este directo donde presentamos en el Taller Online “Entrenar la asertividad”:
ASERTIVIDAD Y TCA: UNA RELACIÓN MUY ESTRECHA
Hoy te traigo un tema que puede que a primera vista provoque sorpresa. ¿Qué tiene que ver la asertividad con el origen, el mantenimiento y la recuperación de un TCA? Desde mi experiencia clínica, mucho. Y no solo desde ahí. Os vamos a dejar enlaces al final del artículo con evidencia científica de este aspecto.
Pero primero te voy a contar brevemente en qué consiste y después por qué es importante trabajarla.
¿Qué entendemos por asertividad?
La asertividad es una habilidad comunicativa que consiste en expresar (cuando decidas que es oportuno), los sentimientos, las necesidades o las opiniones con claridad, siendo empático contigo y con los demás. Es un juego de equilibrios, donde perderlo puede suponer ir a la agresividad (la imposición, el lenguaje malsonante, un tono de voz muy elevado…) o la pasividad (mejor no decir nada por evitar el conflicto).
Es importante conocer que, como cualquier otra habilidad, se desarrolla con la práctica. No es innata, sino aprendida. Esto implica poner una energía consciente en el día a día, para que la asertividad pase a ser parte de nuestro registro comunicativo.
¿Cómo se relaciona la asertividad con el TCA?
Cuando hay ausencia de asertividad, esto indica una dificultad para manejar los límites en las relaciones personales. Como decía anteriormente, con una actitud pasiva, de dificultad para expresarse, o agresiva, con una actitud invasiva hacia los demás. Esta dinámica se puede reflejar en la relación con la comida, reproduciendo el hábito de transitar por extremos poco saludables, por exceso o por defecto.
Del mismo modo, la ausencia de asertividad puede conllevar sentimientos de vergüenza, culpa, arrepentimiento…, que suelen “gestionarse” de manera equivocada a través de la conducta alimentaria.
En uno de los estudios que añadimos al final del artículo, se concluye:
“La falta de asertividad es un rasgo significativo en pacientes con patologías alimentarias, que puede empeorar su desenlace y aún perpetuar su sintomatología. La baja autoaserción puede ser considerada como un factor predictivo en el desarrollo de un desorden alimentario y debe ser manejada desde un punto de vista preventivo y/o terapéutico en estos pacientes.”
¿Necesito trabajar la asertividad?
Es importante entender que todas las personas necesitamos trabajarla, porque como explicaba al comienzo, nadie nace sabiendo cómo hacerlo. Lo que sí puedes ver es si te sientes representada en alguna de estas situaciones:
- Tengo dificultad para decir que no
- Priorizo las necesidades de los demás frente a las mías
- Siempre estoy disponible
- Tengo dificultad para expresar mis emociones
- Cuando algo me molesta o incómoda, me muevo entre dos opciones extremas: me callo y no digo nada o lo digo de una forma que luego me genera sentimientos de culpa.
¿Cómo comenzar a trabajar la asertividad?
Tips para comenzar a trabajar la asertividad:
Incorporar la asertividad como una forma de comunicación es un proceso, y, por lo tanto, lleva su tiempo y no es cosa de un día.
Te propongo un par propuestas para comenzar a entrenar la asertividad frente a peticiones de otras personas:
- Posponer la respuesta
Cuando recibas una petición de alguien, puedes probar a retardar la respuesta para verdaderamente reflexionar si quieres o no quieres hacerlo, como por ejemplo:
“¿Te parece que le dé una vuelta y te contesto cuando lo tenga claro?“
Esto permite tomar una decisión más consciente:
- si dices que sí, hacerlo con conciencia de que esa es tu elección y la que consideras que es más beneficiosa para ti en ese momento
- si te das cuenta de que no quieres, puedes preparar cuál es la mejor manera para expresarle esto a la persona y ser coherente con lo que sientes.
- Practicar la “asertividad retardada”
Tengo que confesar que el concepto de asertividad retardada es inventado, de cosecha propia, y que utilizo a menudo con las personas que acompaño. Lo explico:
Cuando hayas contestado, ya que sí a algo que luego, pensándolo bien, no quieres hacer, puedes probar a ser asertivo con posterioridad.
Sí, se puede, y está muy bien. A veces pensamos que tenemos que tener el don de la oportunidad y ser asertivos en el momento justo. Esto es un error. Cuando alguien te hace una petición puede ser en un momento donde tu atención no sea plena, o estés vulnerable emocionalmente o cualquier otra circunstancia que no favorezca la conciencia de lo que estás decidiendo en ese momento…
Para afrontar esta situación es importante comenzar a integrar el permiso a cambiar de opinión, y, por lo tanto, si después de pensarlo dos veces tu sentimiento es no, actuar con consecuencia y hablar con la persona para explicarle tus motivos.
Como conclusión te animo a ir poniendo energía en trabajar tu asertividad. Desde proyecto princesas pondremos los recursos y las personas para acompañarte en este camino.
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