Hoy compartimos “En la cuerda floja”, un doloroso pero necesario testimonio. Franci, de Santiago, Chile, ha querido contarnos su historia al sufrir un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA) desde su temprana aparición en la infancia. Franci revela que los grupos pro Ana y Mia continúan existiendo en la actualidad a través de WhatsApp y cómo estos perjudican y agravan seriamente los TCA, hasta conducir a sus participantes, las “Princesas” a caminar en la cuerda floja.
Testimonio: En la cuerda floja
Comencé a purgarme con vómitos en los baños del colegio, a los 13 años. Lo hice tantas veces como pude. Sabía a qué hora había menos niñas en el baño, entonces podía hacerlo con más libertad.
Era delgada, pero quería serlo más. Creía que nadie me notaba ni me decía cosas agradables. A veces me sentía como el patito feo del colegio.
En la fiesta de graduación las niñas más populares decían que me veía estupenda, que podría haber sido modelo… Pero mi mente lo negaba. Después entré a la Universidad. Allí, abusaron sexualmente de mí y pensé que era el fin de los tiempos. Me diagnosticaron con bipolaridad y aumenté de peso debido a la alta dosis de medicación.
Hasta entonces las purgas no se habían ido. Recurría al síntoma hasta que me dolía la garganta. Mi límite era ver sangre en el excusado.
Bajé de peso, mucho. Acudí a una endocrinóloga, aunque sabía que no iba a encontrar “nada”… Fingía estar enferma para no levantar sospechas. Era mi doble vida: caminaba en la cuerda floja.
Este año, quise denunciar algo en mi reportaje de título de estudios y son los grupos pro anorexia y bulimia que hay en WhatsApp. Me di cuenta del ambiente que se vivía y me dije: “bueno, a mí no me va a afectar”.
Pero de a poco empecé a odiar mis manos, las encontraba gordas y mis dedos parecidos a los de una salchicha; siguió mi guata, mis pies y al final tenía todo el cuerpo comprometido. Junto con los comentarios que me hacían: “estás gorda”, “qué mal te ves”, sabía que no iba a volver a alcanzar mi peso más bajo, aunque me lo propusiera, pero seguía intentándolo.
En las noches… Me odiaba. Dejé de comer. Mi psiquiatra se dio cuenta, pero yo lo negaba.
Los grupos de WhatsApp me daban ideas, me incitaban a cosas y también… Quería ser una princesa. Mi doctora me pedía que saliera de los grupos, pero no podía, necesitaba vivenciar qué era estar ahí. Hasta que yo me volví la aspirante a princesa.
Mis cambios fueron lentos. Primero la falta de vitamina B12 Y D. Después mi pelo dejó de brillar, los dolores en las rodillas, frío, mucho frío… Y muchos problemas para comunicarme, no me venían las palabras, eran bloqueos constantes. Finalmente, un día, tuve que asumirlo, pero cuando lo asimilé y lo conté fue como si a nadie le importara. Entonces, seguí.
Me lo callé y me quería castigar. Tenía pensamientos intrusivos sobre autolesionarme.
Cuando me salí de los grupos no pude aceptar que ya había terminado, por lo que no paré nunca, aunque no estoy feliz ni con ganas de seguir.
Hoy estoy a punto de presentar mi reportaje, el que la universidad espera con ansias. Y yo estoy en la cuerda floja, entre la hospitalización y la finalización de mi grado.
No veo la razón de por qué presentar este título, ni si realmente algo cambió en mi vida. No quiero ser periodista. Solo quiero reiniciar y sanarme. Ese es mi sueño.
Patricia
Has sido muy valiente. Es verdad que los que estamos fuera no sabemos el sufrimiento que estáis soportando pero tiene que ser muchísimo y salir para delante es una tarea larga y ardua pero el seguir adelante y luchando habla de lo fuerte que eres. Sigue así. Muchísima fuerza GUERRERA