Estamos muy agradecidas de cada testimonio que nos hacéis llegar para compartir. Los testimonio muestra una parte muy importante de la historia de cada persona que pueden ser de ayuda. En este nuevo testimonio «La recuperación falló», Nicole nos cuenta el proceso de su Trastorno de la Conducta Alimentaria. Desde cómo comenzó, por qué y cómo ha sido el proceso de su recuperación. Tiene un mensaje importante; aunque en algún momento la recuperación pueda fallar, no hay que darse por vencida sino buscar el verdadero camino que te llevará a una recuperación total.
La recuperación falló
Durante toda mi infancia sufrí de bullying en el colegio, pues siempre fui una persona subida de peso. Desde que tengo memoria he recibido apodos, burlas y comentarios, tanto en el colegio como en casa. En casa siempre fui la hermana gordita, lo cual creó una fuerte comparación durante muchos años con mi hermana mayor. Siempre fui una niña muy sumisa y a pesar de que los comentarios me dolían mucho, nunca supe defenderme.
Esto hizo que durante mis primeros 14 años de vida me sintiera fea, insuficiente, mala hija, tonta y un sin fin de cosas.
Otro desencadenante fue el maltrato físico que sufrí en casa por muchos años, que me llevó a crear un rechazo y resentimiento hacia mis padres.
En el colegio escuché comentarios como «pareces una ballena», «eres papa Noel embarazado», «pareces un chancho», etc… Esas cosas que a día de hoy me harían reír o de las que me defendería, pero en esos tiempos me dolían mucho.
Mi mamá me ponía a dieta desde que era una niña de 8 años porque como dije anteriormente, siempre sufrí sobrepeso. A pesar de mi corta edad, tomaba pastillas para la ansiedad y para no tener hambre. Mi mejor amiga de toda la infancia siempre fue delgada, entonces las burlas también venían a mi por ese lado.
Esto y un sin fin de cosas, fui cargando los primeros 14 años de mi vida.
En el 2016 me cambié de colegio, con la esperanza de poder volver a empezar de 0, rodeada de amigos que no se burlaran de mí, ni que me juzgaran. Pero no fue así.
En este año conocí a una chica en mi nuevo colegio. Se llamaba Cielo y sufría de bulimia. No lo supe hasta un mes después de conocernos, y para qué lo supe…
Comenzó lo feo. Cielo y yo nos volvimos mejores amigas y la única razón que nos unía tanto era el deseo de ser delgadas, bonitas y aceptadas por la sociedad.
Comenzamos a vomitar, a dejar de comer, a autolesionarnos y como todo en compañía es mas fácil, no fue tan complicado ya que la tenía a ella.
Le decía a mi mamá que me mandase la comida al colegio y yo la botaba en el baño. Regalaba mis loncheras y mi alimentación se basaba en chicle y agua a diario.
Me pasaba las tardes haciendo ejercicio, 3 horas al día para ser exactos y buscando las calorías de todas las comidas.
Obviamente esto me llevo a perder peso de una manera sumamente rápida.
Se volvió un estilo de vida, pero psicológicamente me sentía muy perdida, no sabía a dónde iba y realmente me importaba poco lo que pasara en el futuro. Solo sabía que quería ser delgada hasta los huesos. Era demasiado agotador, en mi cabeza solo rondaba la idea de ser delgada, TODO EL DÍA. Mis notas eran las peores, no estudiaba, me tire al abandono.
En Mayo hubo un día en el que no pude mas y decidí contarles toda la verdad a mis padres. Deje de ir al colegio desde ese día, para 15 días después entrar a GABA, el centro de recuperación. Era una clínica de día con un grupo de autoayuda.
Aquí es donde empieza la recuperación.
Las primeras semanas y meses fueron los mas complicados, pero sin duda alguna, hubieran sido mucho mas pesados si no hubiesen estado mis dos mejores amigas del centro, con quienes siempre estaré eternamente agradecida. Fueron mi soporte cuando creía que ya no podía más, me enseñaron y ayudaron a ser quien soy el día de hoy y avance con ellas de la mano. En GABA conocí personas muy lindas, terapeutas que se volvieron como amigas. Aprendí a aceptarme, a amarme y el físico paso a segundo plano.
Comencé a comer de a pocos y a recuperar mi peso.
Estuve ahí aproximadamente 3 años, hasta setiembre del 2018 que me retire por temas familiares y sin que me dieran de alta. Todo caminaba bastante bien hasta inicios del 2019. Comencé a hacer deporte y a comer mas sano. Al cambiar mi estilo de vida, obviamente comencé a notar cambios en mi cuerpo. La fijación comenzó a aparecer otra vez, pero no era tan fuerte. En abril me metí en el mundo del veganismo, lo cual hizo que me empezara a restringir de muchas cosas y sin darme cuenta esto me llevo a una recaída muy fuerte.
El 2019 fue mi peor año, perdí por completo el control, comencé a compararme con mis amigas. Empecé dejando de desayunar y luego dejando de comer todo el día, todo esto sin que nadie lo supiera, pues sabía que no estaba bien. Comencé a perder peso de manera muy rápida y nunca era suficiente, ya no podía parar otra vez.
Sin duda alguna sin mis dos mejores amigas, mi 2019 hubiera sido peor de lo que fue. Recibí el apoyo incondicional de ellas y estuvieron cuando las necesite.
Lamentablemente no puedo hablar mucho de mis padres en este tiempo, pues no sabían lo que pasaba y no podían ayudarme. Pero lo que siempre les agradeceré es que al ellos empezar a notar ciertas actitudes decidieron buscar ayuda. Comencé a ir con una psicoterapeuta especialista en TCA, pero no funcionó. Me sentía muy estancada y los atracones de comida se volvieron diarios.
Deje de ir porque era muy costoso y no avanzaba.
Traté de buscar el balance yo sola pero no, no pude.
En noviembre decidí buscar ayuda otra vez y llegue a Ale, mi actual psicóloga. Ale me recibió desde el primer día con los brazos abiertos. Por cierto, ya nos conocíamos, ella trabajó en GABA, la clínica de día donde estuve. Con ella siempre todo fluyó bien, siempre ha sido mas que mi terapeuta, mi amiga y confío mucho en ella. Siempre escuché que debemos encontrar a LA PSICOLOGA, porque no con todos el tratamiento funciona y con Ale lo comprobé.
Hasta el día de hoy vengo en este camino de recuperación, avanzando con ella. Me ha ayudado muchísimo, me siento libre. Ya no me importa el número que indica la balanza cuando me subo, deje de compararme con quienes me rodean, comencé a comer sin culpa… Los atracones desaparecieron y dejó de importarme el que dirán. Aún falta para poder terminar este camino de mi recuperación.
Pero si de algo estoy segura es que quiero estar sana y tengo todas las ganas de estar mejor, lo cual hace el proceso mucho más fácil.
La recuperación no es fácil, hay una voz en tu cabeza constantemente que te repite que te ves gorda, fea y que así nadie te va a querer, hay días en los que tu lado sano quiere mejorar pero el lado enfermo te dice que no, que no lo hagas, que regreses a lo mismo. Lamentablemente recuperarte de un Trastorno de Conducta Alimentaria en la actualidad es muy complicado, pues vivimos en una sociedad que nos impone constantemente una idea de belleza totalmente errónea, pero no es imposible.
Espero que mi testimonio en algún momento pueda ser de mucha ayuda para quien este sufriendo de un TCA y pueda impulsarlo a recuperarse.
Mi actual motivación a seguir adelante y recuperarme es mi sobrina. Deseo crecer y ser una mejor persona para poder ser un buen ejemplo para ella. Verla crecer y desde pequeña enseñarle a amarse y que lo que los demás piensan, no es importante.
Siempre estaré agradecida con el apoyo incondicional de mis padres, hermana, mejores amigas, familia y mi psicóloga. Gracias por ser parte de esto y hacer mi proceso mucho mas fácil, gracias por estar conmigo cuando lo necesito y cuando vienen los bajones, gracias por existir y ser parte de mi vida.
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Catalina
Hola! Ya mande mi testimonio
Gracias por el espacio 🥺🥺❤️🥰
Proyecto Princesas
¡Hola Catalina!
¡Muchas gracias a ti por aportar tu historia y contribuir a que este espacio exista!🥰
Un fuerte abrazo