Nos alegra compartir el testimonio de nuestro apreciadisimo Jordi, que nos invita a unir fuerzas para visibilizar la anorexia nerviosa masculina. Testimonios como el suyo son muy importantes porque todavía muchas personas, sanitarios incluidos, continúan creyendo que los TCA sólo existen entre mujeres jóvenes y adolescentes.
Gracias Jordi por compartir tu experiencia con nosotrxs. Estamos segurxs de que será de mucha ayuda para que muchos otros hombres se atrevan a dar el paso de hablar sobre sus problemas con la alimentación.
El espejo estropeado:
Anorexia masculina
Escribo. Me paro. Reflexiono. Contaría tantas cosas… Lo que sí que tengo claro es el motivo que me trae a escribir estas líneas. No las escribo por gusto. De hecho, ojalá no tuviera que hacerlo. Pero sería evadir la realidad, una vez más.
Empezaré con algo sencillo, y a lo mejor dejo de lado por unos instantes mi asertividad, pero así lo decido. Encuentro patético que en el siglo XXI tenga que escribir estas palabras:
La anorexia masculina también existe.
Me hace gracia cuando busco información sobre anorexia nerviosa. No sabéis el trabajo que me cuesta encontrar algo relacionado con la anorexia masculina. Pues por eso estoy aquí. Ya que parece que es como un tema tabú, seré uno de los pocos que de la cara o su testimonio, mejor dicho.
También, en parte, me hace gracia leer que la anorexia masculina solo ocurre a un 10% de los hombres. ¡¡¡¡Un 10%!!!! Me siento tan afortunado… Formo parte de este ridículo 10%. Qué bien. Qué ilusión. Y yo ahora pregunto: ¿realmente nos tenemos que creer esta cifra? Lo siento. Yo no me la creo.
El problema es que se ha estigmatizado hasta tal punto esta enfermedad que se reduce a… “solo pasa a chicas porque no quieren estar gordas”. Nadie entiende nada.
Pero bueno, tampoco es responsabilidad de la gente que no ha sufrido esta enfermedad. Todo el mundo la conoce, pero cuesta hacer ver lo que realmente es. Así que seremos “estos que no comen porque quieren estar delgados” los que tendremos que explicar y hacer entender que lo que la gente ve es la consecuencia de unas condiciones mentales previas.
En mi caso, tal vez os sorprenda cuando os digo que llevo unos 22 años con el trastorno. Se dice rápido. La «consecuencia» empezó a los 14-15 años, a raíz de realizar llamadas de atención hacia todo un conjunto de causas que eran previas a dicha edad.
Yo era un niño tímido, muy reservado. Un niño que no quería problemas y que necesitaba que todo el mundo estuviera contento de él. En la escuela, mi actitud tenía que ser perfecta. Ningún profesor/a podía decir algo mal de mí. Siempre tenía que quedar bien (exigencia).
Llegó la adolescencia y llegó el maltrato verbal externo (por parte de compañeros de escuela). La sensación de ser un chico no querido por nadie (pensamiento irreal mío) se fue sumando. Resultado: me sentía un fracasado que no servía para nada, me miraba en el espejo y solo tenía palabras de odio. Odiaba la persona que veía.
Y me fui cerrando, desconfiando de todo el mundo, sobre todo de los chicos. Me daban miedo. Lo más duro fue que nunca expresé lo que sentía. A nadie. Ni en casa ni en la escuela. Todo me lo tuve que tragar yo solo.
Y mi mente no resistió más y decidió buscar una forma de llamar la atención. ¿Cuál? Exacto. Dejar de ingerir ciertos alimentos para ver si me pasaba algo y al menos así me hacían caso. Los años pasaban y todas estas creencias, pensamientos, maneras de actuar… me las acabé creyendo. Soy así: me da miedo todo, soy inútil, desconfío.
Restricción alimentaria cada año durante un período de tiempo hasta que conseguía que la gente me dijera “¡Qué delgado estás!”- Estas palabras eran oro para mí. Universidad, mundo laboral y yo, de forma inconsciente, una vez al año restringía alimentos básicos. Falta de nutrientes. Hasta esperar la frase mágica “Qué delgado estás”.
En el 2019, por algún motivo, se me fue de las manos y mi peso era extremadamente bajo. ¿Me sentía feliz? No, pero llamaría la atención, que es lo que buscaba. Llega finales del 2019 y mi estado cada vez era peor, así que a regañadientes, por la insistencia día tras día de una amiga (mi ángel), me puse en tratamiento en hospital de día. De hecho, el día de ingreso me dijeron: «dudamos si llevarte a planta de 24 horas o hospital de día».
Finalmente, me dijeron que estaría unas semanas en el hospital de día y, si no había compromiso y no cumplía las normas, iría al 24 horas. Por suerte el hospital de día, la burbuja como yo lo llamaba, iba teniendo pequeños efectos. Tuve suerte también porque estuve rodeado de pacientes magníficas. Fuimos entre todos un gran apoyo.
Y en el 2020 ya sabemos lo que pasó: confinamiento, restricciones… en resumen, al principio muy bien, pero ya hacia el verano volvieron los autoengaños y el trastorno regresó con más fuerza. A cada visita presencial que iba, perdía peso. Me volvieron a proponer ingresar en el hospital de día, y yo acepté con la condición de que antes me dejaran escribir. Necesitaba plasmar lo que sentía.
En resumen, me pasé todas las navidades investigando, reconstruyendo mi pasado. Preguntándome por qué era mi presente… hasta que di con la solución. Vi claro lo que ocurrió. Vi claro que no cerré bien mi adolescencia, y que mis pensamientos de esa etapa fundamental de la vida hicieron que durante 20 años mantuviera esta voz interna, la de castigo, que era la voz de mi yo-adolescente.
Quería llamar la atención. Se sentía en una prisión. Durante 20 años por dentro tenía pensamientos y conductas de mi “yo-adolescente”. El 1 de febrero de este año decidí que bastaba. Era hora de mirar el presente y dejar atrás el pasado.
Ahora voy trabajando en mi autoestima, comiendo lo que toca cada día y con una actitud más positiva. Eso no quiere decir que sea fácil. Para nada. Es una batalla muy complicada. Pero con el apoyo de todos y todas, luchando todos y todas juntas por una misma meta.
¿Por qué no lo voy a conseguir? Cueste lo que cueste. El pasado ha sido duro. El futuro tiene que ser diferente.
Así que animo a todos los chicos que padecen el trastorno en silencio, a aquellos que se sienten identificados con mi historia y no sabían ponerle nombre, y aquellos que son conscientes del trastorno que tienen pero que tal vez no tengan el apoyo suficiente…
En resumen, a todos los chicos que nos miramos en un espejo estropeado, aquí estoy para dar apoyo, ayuda, lo que necesitéis. Podéis contar conmigo. Qué mejor que alguien que os va a entender a la perfección.
No dudéis. Pedid ayuda. No hay otra salida para salir de este túnel, y os lo dice uno que lleva 20 años en la oscuridad. Ya es hora de encender la luz, que por eso se inventó. Os espero. Aquí estoy. Luchemos juntos, hagamos entender la anorexia y demos voz a la anorexia masculina. Un fuerte abrazo y mucha fuerza de todo corazón.
Jordi – Anorèxia en clau masculina
Carol
Maravilloso compañero. Muy bien expresado a mi me pasó algo similar pero desde la infancia. Y con el trastorno de alimentación desde 2001 más o menos aunque diagnosticado mucho más tarde, en fin… Es muy duro, yo sigo en la lucha soy madre con 43 años y una hija espectacular de 3 años. Y estoy dando mi «do» de pecho por ella, pero, las circunstancias que vivo actuales no son muy favorables en mi entorno y hay una de cal y una de arena. Pero sigo en mi batalla, espero que pueda decir algún día lo conseguí. Ahora puedo decir.,. -¡Que ahí voy!, que no es poco. Un beso muy fuerte desde Cantabria para ti y para todos los interesados en este camino tan fatigado, que sólo lo sabemos bien los que lo hemos vivido y hemos perdido en el camino. YO ÁNIMO A TODOS LOS TCA, A QUE LUCHEN POR SALIR COMO SEA DE ESTE BARCO, NO TE LLEVA A BUEN PUERTO. UN CORDIAL SALUDO.