El título de este artículo puede sonar un poco extraño, ya entenderán por qué es así. Lo cierto es que no paramos de hablar sobre el estudio de Minnesota en los directos de Proyecto Princesas, por lo que se nos ocurrió que sería interesante hablar un poquito más sobre el mismo, y que así podamos referenciarlo aquí para quien quiera saber más sobre el estudio, y especialmente, que podamos entender mejor, o al menos un poquito más, por qué la restricción no es tan buena para nuestra mente y cuerpo.
Ya se ha comprobado, según muchos estudios, que aquellas personas que experimentan estrés mientras están realizando una pauta restrictiva son más propensas a desarrollar una alimentación mucho más emocional que quienes no lo hacen, y además, aumentan los riesgos potenciales de desarrollar un Trastorno de la Conducta Alimentaria a corto o largo plazo.
Entonces, el estudio en concreto del que quiero hablarles se llama realmente «The Biology of Human Starvation” (La biología de la inanición humana), pero se conoce mas como “el estudio de Minnesota”.
Fue llevado a cabo en Estados Unidos en los años 40 durante la Segunda Guerra Mundial. Se basó en un grupo de 36 jóvenes que se sometieron a una dieta de menos de 1800 calorías en la fase más dura:
– Fase de control (12 semanas). Aquí se monitorizaba el estado en condiciones normales, y se les daba una dieta de unas 3.200 calorías.
– Fase de restricción severa (24 semanas). La dieta se restringe de forma drástica y pasa a una media de 1.600-1800 calorías diarias.
– Fase de recuperación (12 semanas). Se hicieron 4 grupos, a cada uno se le asignó un tipo dieta de rehabilitación, organizada en base a diferentes niveles de energía, pero todavía había restricción.
– Fase de rehabilitación (8 semanas). Se acabó la restricción, pero había registro de lo que comían.
Entonces, gracias a estos experimentos podían ayudar a los expertos a entender cómo se podía tratar a las personas que pasaban hambre en Europa.
En general, las comidas que habían era repollo, nabos y medio vaso de leche. Otros había pan y alguna legumbre. Como mucha gente hambrienta durante la guerra en Europa, el grupo nunca consumió alimentos como carne. Además, se les pedía que corrieran o caminaran 36km a la semana, lo que suponía un gasto extra de 1000 calorías al día aproximadamente.
Durante sus caminatas, pasaban por pastelerías y restaurantes, pero no todos lo soportaron. Incluso 3 de ellos se retiraron del experimento.
Los que se quedaron, perdieron un 25% de su peso y algunos padecieron anemia, inflamación en los tobillos, apatía y cansancio. También se vieron efectos psicológicos como: ansiedad, pérdida de deseo sexual, depresión, irritabilidad, e incluso insensibilidad al dolor. Hasta buscaban comida en la basura y soñaban con helados.
¿Les suena esto?
El estudio Minnesota nos muestra que estos efectos son muy parecidos a los síntomas de anorexia o bulimia, donde se utiliza el ayuno, o simplemente en dietas restrictivas a largo plazo.
Parece que el cuerpo naturalmente intenta revertir los efectos de la restricción, y por eso luego puede venir el efecto rebote. Lo que nos lleva a entender que no es falta de voluntad, si no la necesidad de nuestro cuerpo para recuperarse del déficit.
Muchos de estos hombres explicaron que meses y años después todavía arrastraban los efectos psicológicos provocados por la hambruna padecida durante todo ese tiempo…
Margiorit Soto Santos
Quisiera que me puedan a ayudar, en estos momentos de cuarentena ha Sido difícil para mí, quisiera reconciliarme con mi cuerpo y mi Alimentancion,aceptar mis emociones y atravesarlas con más compasión, espero poder tener más herramientas para poder ya no seguir castigando a mi cuerpo.
Proyecto Princesas
¡Hola Margiorit!
Deseamos de corazón que nuestros artículos e información te aporten herramientas que te ayuden a reconciliarte con tu cuerpo.
Un fuerte abrazo