«Cómo me convertí en un TCA» es un nuevo testimonio sobre Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA), concretamente sobre el desconocido Trastorno de Evitación o Restricción de la Ingesta de Alimentos (TERIA), I. D. A. nos narra su caso personal y nos explica cómo, en ocasiones, las generalizaciones y la falta de información pueden ser parte del problema. Gracias a la valentía de personas como I.D.A., que se animan a compartir sus vivencias, muchas afectadas, familiares y profesionales están pudiendo conocer la cara más escondida de estos problemas. La visibilización es fundamental, porque nos permite entendernos y saber que no estamos solas. Nunca paréis de reivindicar el derecho a recibir un diagnóstico y tratamiento adecuados a VUESTRO caso.
En mi caso no tuvieron influencia aspectos de modas o comida sana, sino traumas infantiles y educacionales. Recomendaría que se escuchen los deseos de los pequeños. Tendríamos que tener más en cuenta sus deseos y pensamientos antes de decidir en su lugar. Tampoco hay que proteger en exceso, sino enseñar a vivir y dejar que tropiecen para aprender de la experiencia, de otro modo crearemos seres inseguros y llenos de problemas.
I.D.A.
Cómo me convertí en un TCA
Recuerdo una infancia feliz. Reía, saltaba y jugaba. Deseaba un hermano que no llegaba nunca. A los nueve años me cambiaron de escuela y me separaron de mi mejor amiga. Me llevaron a un mundo desconocido para mí… Me convertí en una persona triste y desmotivada. Dejé de jugar, de comer… ¡Perdí 14 kilos en seis meses! Me llevaron a endocrinos, psiquiatras y psicólogos.
Al final, me diagnosticaron anorexia nerviosa a los diez años. Jamás me he visto gorda.
Me visitó el doctor Toro, el mejor especialista que había en Barcelona en aquellos años. Habló con mi familia y les aseguró que en seis meses estaría curada, pero para ello debía permanecer ingresada. Mis padres no lo aceptaron. A partir de entonces, comenzó un periplo de médicos y psicólogos. Me aislaron socialmente y controlaban todos mis movimientos.
Así llevo 49 años de mi vida, con subidas y bajadas, con un diagnóstico que no se ajusta a mi trastorno, pero que está en mi historial médico y resulta “cómodo” para dejar pasar el tiempo y no hurgar en el asunto.
Yo nunca me he identificado con la anorexia, aunque reconozco que tengo TCA.
Últimamente, he descubierto que, en 2013, se empezó a hablar de un trastorno llamado Trastorno de Evitación o Restricción de la Ingesta de Alimentos (TERIA), con el que sí me identifico. Es un TCA muy distinto a la anorexia. Afortunadamente recuperé mi vida social y mi carácter extrovertido. Y, a pesar de las numerosas secuelas físicas que acarreo, me acepto tal y como soy, conservando las ganas de vivir que jamás perdí.
En la vida uno debe afrontar lo que se le presenta y sacar partido tanto de lo bueno como de lo malo. Como nunca me he rendido, tengo mucha experiencia y conocimientos sobre los TCA, tanto por lo que he vivido como por mi autoformación. Ahora deseo ayudar, ya sea a quienes estén atravesando un TCA, a sus familiares o incluso a terapeutas que quieran conocer mi caso. Es muy importante un diagnóstico correcto y a tiempo, y tener en cuenta que no somos números, sino personas. Cada caso es diferente y debe ser tratado como tal.
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