Este testimonio nos llega desde España de mano de Irene, que nos cuenta su historia con un Trastorno de la Conducta Alimentario (TCA) a lo largo de su vida y de su crecimiento. La infancia y la pre adolescencia son etapas especialmente vulnerables para la aparición de problemas con la imagen corporal y la alimentación, por la cantidad de cambios que vive nuestro cuerpo.
Irene, como muchas otras niñas, sufrió una fuerte presión, solo por desarrollarse antes que las demás, que marcó su vida. Esto nos sirve como recordatorio de lo importante que es concienciar sobre lo que solo es el CRECIMIENTO NORMAL de las personas, sobre todo mujeres, en la adolescencia.
Afortunadamente, Irene pudo salir del infierno del TCA e iniciar su recuperación. ¡Nos alegramos mucho de que Proyecto Princesas y nuestrxs colaboradores la ayudaran en el proceso!
¡Gracias por tu valentía compartiéndolo con nosotras, Irene!
Testimonio:
Cuando rechazas tu verdadero yo
Me he animado a compartir mi testimonio, pues a mí me ayudó mucho leer a gente que ya había logrado la recuperación. Mi nombre es Irene, y llevo 35 años por este mundo.
Tengo recuerdos desde muy pequeña de sentirme muy inferior al resto de la gente. De mis compañeros de cole, de clase de baile, de clases de tenis, etc. Mientras mi cuerpo se desarrollaba de niña a mujer, yo lo rechazaba. Nadie me contó nada. En mi clase del cole estaba mal visto que te hubiera venido la regla. Las chicas si te veían desarrollada te decían “tú ya la tienes…”, y se reían, por lo que lo interpreté como algo negativo y para ir en contra.
Me estiraba la camiseta interior, todo lo que podía para intentar aplanarme el pecho y que no creciera más.
Me recortaba todo el vello que me salía. Aquel día que me vino la regla, recuerdo ponerme a llorar y pedir que por favor que se me fuera. En ese momento, justo mi madre salía por la puerta de casa… Se lo conté como un auténtico drama, y ella me explicó qué compresas tenía que usar. Fue toda una decepción para mí, pues me di cuenta de que ya no había vuelta atrás.
También recibí un comentario de un familiar sobre el aumento del tamaño de mi trasero. Eso, junto a toda la negación a mi feminidad que ya he explicado y el bullying que recibí durante la adolescencia, detonó la relación tormentosa que comencé a tener con la comida, pues pensaba que si adelgazaba sería más querida por todo el mundo.
A los 14 años me quedé viviendo con mis abuelos durante 1 mes. Me saltaba comidas, mentía diciendo que no tenía hambre para no comer. Adelgacé mucho. Leía mucho sobre nutrición, y controlaba mucho lo que comía. Me miraba al espejo y lloraba porque no me gustaba lo que veía.
Estudié la carrera de enfermería. En 2011 se separaron mis padres, Me afectó mucho, y en 2012 me volví a vivir a Madrid. Comencé a obsesionarme de manera extrema con el ejercicio y la comida. Todo lo que veía por redes me hacía sentir culpable por comerme, si me apetecía, un dulce. Me castigué hasta el límite de despertarme de hambre a las 3 AM y decirme “no, tienes que aguantar”.
Me comenzó a salir vello facial. Tenía mucho frío, y de lo que me bajaron las defensas se me inflamó un ganglio inguinal y me tuvieron que operar para analizarlo, pues se creían que era leucemia.
Me di cuenta de que toqué fondo cuando un día quedamos en una cafetería con dos amigas, mi novio de aquel entonces y yo. Pedí una tarta de queso, mi favorita, para compartir con mi novio. A la vuelta a casa me puse a llorar desconsolada, y le dije a mi novio que me quería morir por haberme comido una cucharada de aquella tarta.
Empecé a tratarme con profesionales, pero no sentía que pudiera salir adelante. Comenzaron los atracones a escondidas, y sinceramente, gracias a las cuentas de profesionales que forman parte de Proyecto Princesas y a la consulta personal con alguna de ellas, puedo decir que mi vida es otra. Aun cuando escucho a compañeros del trabajo, o a gente de mi alrededor hablando acerca de adelgazar y de no comer ciertas cosas “porque engordan”, reconozco que me alejo. Siento que mi avance ha sido tan grande que no quiero alimentar la voz del TCA.
Justo hace una semana fui a la piscina con un amigo y, sinceramente, es indescriptible, lo que se siente poder comer, lo que te apetece, cuando te apetece, reír, jugar y no pensar 24/7 en comida, calorías, ejercicio.
Todo esto lo sabía muy muy poca gente, pero quería compartirlo con todxs vosotrxs, para que no os sintáis solos. Yo en su momento creía que solo me pasaba a mí. Una vida mejor está al alcance de todxs vosotrxs sin excepción. Y merece la alegría ir a por ella.
Un abrazo fuerte para todos.
Testimonio
PD: cada uno hemos venido aquí por ser especiales tal cual somos. No lo llevaremos a cabo si queremos cambiarnos y ser iguales a otros (con eso me refiero a nuestro cuerpo físico y personalidad). 😊