¿Sueles tener pensamientos negativos recurrentes? ¿A menudo se relacionan con el aspecto corporal? ¿Conoces de qué trata «la docena sucia»?
En los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) es muy común que se presenten pensamientos negativos de manera persistente, que suelen referirse principalmente a la comida, al peso o al aspecto físico. Cada persona tiene su propia creencia de su imagen corporal que suele estar ligada a construcciones personales relacionadas con «no servir» o «no merecer». Estos pensamientos dan lugar a conductas, emociones y sentimientos limitantes y disfuncionales referidos a la imagen corporal que tenemos de nosotrxs mismxs.
En este artículo, Laura Alberola nos invita a reflexionar acerca de una serie de distorsiones cognitivas relacionadas con el aspecto físico, expuestas por T. Cash y conocidas como «la docena sucia».
La docena sucia
Cuando hablamos de distorsiones cognitivas, nos referimos a dificultades o errores en el procesamiento de la información.
Como resulta difícil de explicar, me gusta siempre exponer algún ejemplo. Imagínate que vas a una fiesta (¡después de dos años de pandemia!). Llevas seis horas bailando, has visto a muchísimas amigas, habéis compartido abrazos y risas, ponen un temazo tras otro, el picoteo es fantástico, te sientes eufórica y liberada, y te das cuenta de que esa fiesta te está dando una energía mágica. Pero justo cinco minutos antes de irte, una de esas amigas te comenta que has engordado.
Al día siguiente, tu madre te pregunta por la fiesta, y tú, malhumorada y triste, respondes: “Fue una mierda; si lo sé, no voy”. Bien es cierto que el comentario de tu amiga te pudo afectar. Sin embargo, si lo analizamos desde un punto de vista objetivo, observamos un error en el procesamiento de la información.
Algo más adaptativo podría ser una respuesta como: “Pues mira, mamá, la verdad es que la fiesta fue genial, pero justo antes de irme me hicieron un comentario sobre mi cuerpo que me dejó triste, así que hoy me encuentro un poco extraña”.
Las distorsiones cognitivas o errores en el procesamiento de la información provocan perturbación en la persona. Si buscas en Internet, podrás encontrar listados con los tipos más estudiados.
Todos somos proclives a establecer pautas de pensamiento que tienden a mantener estados emocionales, razonamientos y creencias negativas. Cuando estamos pasando por momentos difíciles, bien en el plano emocional, bien sea en el físico, estas pautan se exageran más. Algo importante que tener en cuenta es que, con el tiempo y a base de repetirlas, se vuelven automáticas.
Lo que te traemos hoy aquí es un listado de distorsiones cognitivas sobre la imagen corporal expuestas por T. Cash (1987) y denominadas «la docena sucia».
Te invitamos a leer cada una e intentar identificar si participas en este tipo de pensamiento; y, si la respuesta es que sí, que escribas algún ejemplo. Al final del listado te dejamos algunas preguntas para que reflexiones. Esperamos que te resulten de mucha ayuda.
Listado de distorsiones cognitivas sobre la imagen corporal expuestas por T. Cash:
- La bella o la bestia. Es un pensamiento dicotómico: «o soy atractiva o soy fea», «o peso lo que quiero o soy gorda». Como ser perfecto es muy difícil, uno decide considerarse un desastre o imponerse unos regímenes extremadamente drásticos para intentar aproximarse al ideal.
- El ideal irreal. Se trata de utilizar el ideal social como un estándar de apariencia aceptable. Los sentimientos de fealdad aparecen al compararse con los ideales que la cultura y la sociedad imponen en este momento.
- La comparación injusta. Ocurre cuando el individuo se compara solo con aquellas personas que tienen las características que le gustaría tener.
- La lupa. Consiste en observarse de forma única y muy detallada las partes que se consideran más negativas de la propia apariencia. Por ejemplo: «Mis caderas son tan horriblemente anchas que destruyen todo mi aspecto».
- La mente ciega. Es aquel pensamiento que minimiza o descuida cualquier parte del cuerpo que pueda considerarse, aunque sea de modo muy exiguo, atractiva.
- La fealdad radiante. Consiste en empezar a criticar una parte de la apariencia y continuar con otra, y con otra… hasta hacer una gran bola de nieve en la que uno ha conseguido destruir cualquier aspecto de su figura.
- El juego de la culpa. Convierte a la apariencia en culpable de cualquier fallo, insatisfacción o desengaño, aunque en principio no esté relacionado en absoluto con ella.
- La mente que lee mal. Esta distorsión permite «leer» o interpretar la conducta de los demás en función de algún fallo en el aspecto corporal. Por ejemplo: «La gente no es simpática conmigo por mi peso» o «No tengo novio porque soy gorda».
- La desgracia reveladora. Se trata de una predicción calamitosa de desgracias futuras que sucederán por culpa de la apariencia: «Nunca me amarán debido a mi apariencia» o «Siempre fracasaré porque no tengo una apariencia lo suficientemente bonita».
- La belleza limitadora. Consiste en poner tales condiciones a ciertas acciones que se vuelven imposibles: «No pienso ir al gimnasio a perder peso hasta que no pierda peso» o «No puedo ir a esa fiesta a no ser que pierda diez kilos».
- Sentirse fea. Implica convertir un sentimiento personal en una verdad absoluta. El que una persona se sienta fea no quiere decir que lo sea ni que los demás lo piensen.
- Reflejo del mal humor. Sería el traspaso del malhumor o de la preocupación causada por cualquier acontecimiento al propio cuerpo. Un día estresante, un examen difícil, un disgusto con una amiga pueden ser, en realidad, la causa del mal humor, pero acaba achacándose a algún aspecto de la apariencia.
¿Cómo podemos llevar a cabo una reevaluación?
Es hora de reflexionar a partir de algunas preguntas que te presentamos a continuación:
- ¿Participo de alguna de estas pautas aquí nombradas? ¿De cuál o de cuáles?
- ¿Me podría afectar esto de algún modo? ¿Podría tener relación con o influir en los pensamientos acerca de mi cuerpo?
- ¿Cuándo creo más probable que yo realice alguna de estas conductas?
- ¿Qué otro modo de pensamiento alternativo se me ocurre?
- ¿Existen otros puntos de vista? Intenta escribir cinco.
- ¿Qué le diría a una amiga a la que quiero sobre este pensamiento?
- ¿Qué pensaría otra persona sobre esto?
- ¿Tengo pruebas que apoyen este pensamiento? (Busca indicios reales, no suposiciones.)
- ¿Cuáles hay en contra?
- ¿Cuáles creo que son más convincentes?
Es posible que estas cuestiones despierten en ti emociones desagradables. En esos momentos, refúgiate en la autocompasión, es tu mejor aliada. Ser consciente de que tus pensamientos te causan daño puede resultar difícil, pero recuerda: no eres lo que piensas.