A dieta de todo

¿Cuantas veces has empezado una dieta? Las dietas milagro son peligrosas. Conoce porque hacer dietas restrictivas pone en riesgo tu salud...

¿Cuántas veces has estado a dieta? ¿Terminaste satisfactoriamente esa dieta milagro con la que pretendías perder X kilos? ¿Te has sentido mal al hacer una dieta restrictiva? ¿Una dieta detonó en sufrir un Trastorno de la Conducta Alimentaria? En este nuevo artículo Victoria Lozada nos explica porqué las dietas milagro no funcionan y nos contará las consecuencias de llevar a cabo este tipo de dietas.


A DIETA DE TODO


Cuando hablamos de que las dietas no sirven, nos referimos en concreto a que no sirven para perder peso. Sin embargo, como el peso no es lo único que nos interesa, y nos está sirviendo cada vez menos para medir progreso, te explicamos por qué las dietas (restrictivas y milagro) no sirven para absolutamente nada.

Primero ¿Por qué las dietas no funcionan? Pues para empezar, porque según la ciencia, solo 5% de las personas que empiezan una dieta, terminan dejándola. Eso quiere decir que el 95% de las personas que empiezan a hacer una dieta, no la pueden llevar a largo plazo.


¿Por qué creen que pueda ser esto? Yo les explico por qué:

Estar a dieta por más de 6 meses es básicamente una tarea imposible. Según los estudios, nadie mantiene la misma dieta por tanto tiempo. Porque es imposible mantener un patrón de tanta restricción, tanto a nivel mental, como a nivel físico.

Resulta que cuando estamos a dieta por tanto tiempo, nuestro cuerpo lo interpreta como una agresión, cree que hay una hambruna, o poca disponibilidad alimentaria (como cuando pasábamos mucho tiempo sin comer en las épocas de caza).

Nuestro cuerpo no sabe que lo estamos haciendo para vernos como el estándar de belleza de nuestra época, o porque queremos adelgazar. Él simplemente cree no hay más comida disponible. Entonces se ponen en modo supervivencia.

Cuando tenemos estrés agudo (cuando vamos a presentar un examen, vamos a una entrevista de trabajo, estamos nerviosas por alguna cosa), hay aumento de presión arterial, de gasto cardíaco, se inhiben sistemas como el digestivo y el de reproducción, y muchas veces se suprime el apetito. 

Pero, cuando estamos en estrés crónico (a dieta) la cosa cambia. El estrés crónico es el que se prolonga a largo plazo, y ahí lo que sucede es un aumento en la acumulación de grasa, una disminución en el metabolismo, aumento de cortisol (la hormona del estrés), y también aumentan la grelina (Hormona que controla el hambre), Leptina (Hormona que controla la saciedad), Neuropéptido Y (Genera las señales de hambre).


Ahí es cuando vienen los problemas porque no sabemos cuánto queremos comer, si queremos repetir algún plato, e incluso dejamos de disfrutar de la comida. 

A nivel mental, las mismas reglas de las dietas también tapan nuestras sensaciones de hambre, apetito y saciedad. Haciendo que no sepamos escuchar las señales que nuestro cuerpo nos intenta enviar. 


Cuando la restricción termina y dejamos la dieta, el cuerpo intenta recuperar el peso perdido por si acaso hay otros períodos donde no habrá comida (como por ejemplo, otra dieta). 

Sabemos entonces que “hacer dieta” no tiene sentido ni para perder peso, ni para escuchar a nuestro apetito, ni para lograr sentirnos mejor en temas de energía o rendimiento, y menos para mantener una salud mental de calidad. 

Además, hacer dietas siempre será un factor de riesgo para futuros trastornos de la conducta alimentaria (TCA).


Uno de los principales problemas de las dietas es el exceso de control, la búsqueda (irreal, inalcanzable y absurda) de perfección, la necesidad de compararnos con otres, muy baja autoestima, vivir agotades pensando en cómo compensar o cómo seguir restringiendo, aislarnos de nuestros seres queridos, e incluso vivir con miedo constante.

Todas estas características son básicamente la descripción de un TCA. No es en vano que el hacer dieta restrictiva desemboque casi siempre en una conducta alimentaria alterada. No tiene que ser un diagnóstico de Anorexia o Bulimia para que nuestra relación con nuestros alimentos esté afectada.


Buscar control y seguridad en la comida es lógico porque es muy accesible, es rápido, es “fácil” y está en todos lados. Con la comida usualmente hay memorias, hay compartir con familiares y amigos, y también hay emociones envueltas en el acto de comer.

El cómo nos relacionamos con nuestro cuerpo y mundo exterior también se ve reflejado en nuestra alimentación, por eso es tan peligroso, porque puede acabar en algo mortal.

Hacer dieta no sirve. Ni para perder peso, ni para tener una relación sana con tu alimentación, ni para absolutamente nada


Lo mejor es trabajar en aceptación radical, en aprender a comer a largo plazo y de forma sostenible, en alimentación intuitiva, y en saber escuchar lo que nuestro cuerpo nos está queriendo decir de manera consciente. 

Recuerda que tienes a nutricionistas y psicólogas que pueden ayudarte justamente con esto, no estás sola <3 

Referencias:


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