Una de las misiones de Proyecto Princesas es establecer un mayor conocimiento y entendimiento acerca de los Trastornos de la Conducta Alimentaria. A través de éste «despertar» conseguiremos evitar experiencias como la que hoy compartimos con vosotrxs. Gracias a la voz prestada que aquí manifestamos en forma de texto, denunciamos el daño que hace la ignorancia sobre enfermedades como la anorexia, bulimia, Trastorno por atracón o cualquier tipo de TCA.
Alcañiz; El daño de la ignorancia.
Me he tomado unos días antes de escribir este articulo. Quería informarme bien, ser lo más precisa posible, pero cuando empecé mi búsqueda por internet, me di cuenta de que lo único que quiero comunicar es lo que tengo dentro, porque la enfermedad la vivo yo, en mi piel.
Lo último que quiero es que sea un articulo de cotilleo. Si escribo es para dar voz a una enfermedad, víctima de unos tabúes debidos, sin duda, a la ignorancia en el sentido más socrático de la palabra.
Los Trastornos de la Conducta Alimentaria, son trastornos psico-físicos caracterizados por la ingesta de comida en menor o mayor medida de lo “normal”. Los TCA se caracterizan por conductas utilizadas por el afectado para manifestar algo que está escondido en lo mas profundo de su interior. Muchas veces están acompañados por otros síntomas como la depresión.
“Necesitas que un médico te vea ahora mismo”, “estás muy enferma y no lo quieres admitir”, son algunos de los comentarios generados por el impulso y sin la conciencia de estar diciendo algo muy destructivo para quien sufre de TCA.
Vivimos en la época de internet, donde es fácil “creer saber“ de todo. A la gente le basta con hacer una búsqueda en Google para ver los rasgos más comunes entre los enfermos de TCA y creer que todas las personas son iguales. Por eso me decidí a escribir este texto, para difundir el siguiente mensaje;
Detrás de cada “enfermo” hay una historia, una trayectoria, una actitud, una cura. No somos “los enfermos de…”.
Lo difícil, en nuestra sociedad occidental, es dar un justo peso al juicio. Por suerte, vivimos en democracia y la libertad de expresión es sagrada, pero hay cosas que van mas allá de lo permitido: la conciencia detrás de una critica, de una acusación, de un opinión. Se etiqueta todo.
La afectada, desde el punto de vista de una persona amable, se convierte en una enferma crónica, en una vaga por haber dejado el trabajo por salud… Demasiados adjetivos negativos para alguien que esta sufriendo una enfermedad.
Lo tengo que admitir, me decidí a escribir este texto a raíz de recibir un mensaje. Un mensaje que me escribió una mujer adulta, a la que consideraba cercana, después de intentar contactar con ella en varias ocasiones:
“Si no nos dejas en paz, daré parte a la guardia civil. Vete a tu país de origen, cúrate y déjanos vivir. Bastante daño nos ha hecho tu enfermedad”.
Quiero poner de mi parte para romper este muro de ignorancia y superficialidad que separa una persona con trastornos de la gente “normal”. Los comentarios negativos que implican la falta de responsabilidad y control sobre el propio estado de salud es destructivo y alimenta los prejuicios sobre la enfermedad.
¿Qué hacer?
Estar. Decir “yo estoy aquí”.
No sentirse solxs en esta lucha, es muy importante. Esto lo saben muy bien las Asociaciones Españolas de Trastornos de la Conducta Alimentaria.
Dar las gracias a TCA Aragon, Apataz Asociación, Proyecto Princesas y todos los que han mostrado solidaridad.