Pregunta Nº 4.

¿Es posible que me recupere por completo de mi TCA, a pesar de ser un «caso complejo crónico»?

Consulta:

Hola, 

llevo mas de 20 años con diagnostico de Anorexia Nerviosa. En la actualidad se podría decir que estoy en una «recaída», bueno, estoy en infrapeso y pues muchos de mis antiguos demonios (distorsión, ideas obsesivas etc.) están de nuevo fuertemente presentes.

Soy de un país donde desafortunadamente este tipo de trastornos no son muy bien tratados… diría aun son muyyyyyyyy pocos profesionales y ninguna institución, hospital nos da la posibilidad de tratamiento y menos en mi caso que ya no soy una adolescente… soy adulta entonces peor por este lado. 

Bueno ya conté mi historia x encima. Quería preguntar, ¿crees que es posible que me cure x completo de mi TCA, a pesar de ser un caso «complejo» «crónico» como me lo han dicho muchos profesionales de la salud mental?

¿Es posible recuperarse de Anorexia Nerviosa a pesar de ser un «caso complejo crónico»?

Gracias.

Respuesta

Como hablas de los profesionales y de que te han puesto la etiqueta de “caso complejo crónico”, algo que considero no se ha de hacer nunca, me centraré en ellos dejando, por hoy, a la familia y la propia persona a un lado. 

El paradigma desde el que se trabaje cualquier problema de salud, el enfoque terapéutico, así como la propia filosofía del profesional, van a influir en la evolución de la persona dentro y fuera de la enfermedad. 

Creo firmemente en la capacidad de rehacernos y, no dejar atrás, sino eliminar, muchos de los demonios que han sido compañeros durante tantos años, que los conocemos mejor que a nosotras mismas. 

Con los demás, aprenderemos a convivir, a conocer sus polaridades a conversar con ellos de tal manera, que el caminar por la vida ya no sea una lucha constante sino una travesía que, como cualquier viaje, tendrá sus obstáculos, sus días de sol, sus nieblas y oscuridades, pero que, pese a ello, nos permitirá avanzar libres, disfrutando de todo aquello que creímos perdido para siempre. 

Hay que tener claro los objetivos terapéuticos. Estos han de ser motivadores, pero, sobre todo, realistas y alcanzables, adecuando el ritmo de trabajo a cada persona. 

Es una máxima legitimar nuestras emociones y no es sencillo.

Para conseguirlo, es necesario hilar la historia de nuestra vida; ir al pasado para sanar allá donde sea necesario; descubrir nuestra biología, nuestros ritmos; conocer nuestra pandilla interna, aprender sus diferentes idiomas, saber que no son el enemigo.

En definitiva, desde la psicología, la neurociencia, la etología, la biología, la antropología y la nutrición, entre otros, utilizar todo lo que nos sea útil para conseguir el equilibrio que nos permitirá activar de nuevo a la “disfrutona” que siempre habita en nosotras y que sabe, que tendrá que lidiar noches de oscuridad pero que, cada vez, tiene más espacio de libertad.

El espacio que vamos creando al tomar las riendas, sacudiendo las etiquetas impuestas desde un entorno, tantas veces, rígido y frío. 

El psicólogo ha de amar a quien llega a consulta. Solo desde ahí, puede ayudar a iluminar las sombras para permitir a la persona, ver su luz. La luz que te ayudará a sanar y llegar a la recuperación.

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