Testimonio Anorexia Nerviosa: No perderé contra ti

Testimonio sobre Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA), concretamente sobre Anorexia Nerviosa, en forma de carta a su enfermedad en la que repasa...

Este testimonio sobre Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA), concretamente sobre Anorexia Nerviosa, nos llega de parte de Paula, que escribe una carta a su enfermedad en la que repasa cada uno de los males que le ha causado y a la que le planta cara con un mensaje muy claro; «No perderé contra ti».

Podéis enviarnos cartas de desahogo siempre que lo deseéis. Escribirle a nuestras voces enfermas puede ser muy terapéutico y esclarecedor, y también es de gran ayuda para quienes lo leen.

Gracias Paula por tu valentía compartiendo tu experiencia, y esperemos que pase lo que pase no te dejes engatusar de nuevo por el TCA para que sigas persiguiendo tu sueño.

Quiero mostrar la verdad de la enfermedad. Lo oscura que es. Que detrás de un cuerpo enfermo hay emociones destrozadas, vacío, miedo, tristeza…

Paula

No perderé contra ti

NO. No perderé contra ti. Soy más fuerte que tú. Lo único que haces es quitar cosas de mi vida. Y yo elijo agregar, no quitar. Me has destrozado, pero me estoy reconstruyendo poco a poco. No seré ingenua como la última vez. Tengo suficiente coraje para derrotarte, hasta el punto de que te vayas de mi vida y me dejes en paz. Yo sé que puedo. Que cada día es una nueva oportunidad para romperte de a pedacitos, hasta que el viento te lleve por completo. Y no, ninguna parte de ti quedará. Te irás completamente. Morirás, y nadie te soportará.

Serás muy peligrosa, como todos dicen. Pero lo que sé es que eres muy débil. La vida me demostró que a veces las personas optan por tomar el veneno más fuerte del mundo para demostrarse que pueden con él, que son mucho más fuertes que esa sustancia nociva. En este caso, hace 3 años que decidí tomar el veneno más tóxico del universo. Que me dañó por completo y lo sigue haciendo.

Me destrozó, me rompió por completo y hasta me quitó partes de mí que todavía me cuesta mucho recuperar.

Sinceramente, no sé si las podré recuperar, pero lo intentaré. Desde que llegaste te instalaste, sin siquiera preguntar. Te metiste en mi mente y me manejabas como un auto. Era tu marioneta. Todo lo que me decías lo hacía. Me decías «no comas»; no comía. «Haz 1000 abdominales por día»; lo hacía, «Tira la comida»; lo hacía. Y si no llegaba a hacer algo de lo que me decías, ya venias con tu típica frase de “la belleza duele”, “ahora debes cortarte, pellizcarte, dañarte, burlarte de ti” por haber comido un tenedor más de lo que me tenías permitido….

Millones de cosas hacía por ti, pero tú no hacías nada por mí. Lo único que hiciste fue causarme dolor en hospitalizaciones, sueros, y miles de agujas, sondas, que me causaban tanto daño… Sobre todo mental, porque me habías educado en que las calorías no tenían que entrar en mi cuerpo. Que eran malas. Que para lo único que servían era para engordar, cuando lo que más necesitaba era alimentarme para poder tener las mínimas energías para levantarme de la cama.

Sí, así como lo digo. No me podía levantar, porque mi cuerpo ya no daba más. Pero con demasiada obligación lo hacía, con el objetivo de «quemar». ¿Quemar qué? Quemar mi vida. Quemaste mis sueños, mis proyectos, toda la vida que tenía planeada. Me la arrebataste en un maldito año. Mi gran sueño con mi deporte… me lo quitaste, ya que no podía entrenar porque no me podía mantener de pie de lo mal que estaba.

Lo hiciste. Lograste lo que querías. Me destrozaste y lo sigues haciendo.

Como dije antes, me quemaste. Porque ya no soy yo. Las cenizas de mi yo anterior volaron y ruego para que regresen… porque no quiero vivir esposada a ti. A una mente que no me pertenece. Porque no quiero más esto. No me das nada, solo dolor. Y ya sufrí suficiente. Perdí 3 años de vida, que pudieron haber sido los mejores. Pero no, fueron los peores. Me causaste mucho dolor. Ahora ese dolor está desapareciendo poco a poco. Sí, sigues apareciendo, pero no tan constante como antes. Ahora siento una sensación rara. Es como alegría y tristeza, porque me enamoré de ti,y me cuesta vencerte. Porque no lo quiero hacer, pero tampoco quiero seguir en este pozo.

Estoy enamorada de la enfermedad, ¡de estar enferma! Cuando estaba en peso muy bajo amaba que se preocuparan tanto por mí. Que me dijeran que me veían mal y que estaba muy flaca. Y aunque no lo crean, lo sigo amando. Sigo sin saber por qué y, sinceramente, creo que me está dominando de vuelta. Siento mucha presión por ti. Por tu voz que me hace sufrir y me dice que vuelva a lo de antes. A comenzar con la restricción.

Pero ahora soy más inteligente y pienso en mis sueños. En competir. Y sé perfectamente que, si te hago caso, no podré cumplirlos.

Creo que ya es hora de que vos me hagás caso a mi y no yo a ti. Porque no es tu vida. Es la mía. Todavía me cuesta verme al espejo sin que vos aparezcas y comiences con tus discursos y promesas que no son reales. En serio, ¿no te cansas de hacer tanto mal a una persona? Eres cruda y fría. Tú sí que no vales nada. Por eso escribo esto. Para darme fuerzas y entender que la que tiene que marcharse eres tú, no yo.

Porque yo vine al mundo con un propósito positivo, no a destrozar mi vida. No perderé contra ti, lo repetiré sin parar; No perderé contra ti.

Paula


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