Testimonio TCA: Los posos del café

Testimonio en forma de metáfora que nos muestra cómo se perdia su persona mientras el Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) se adueña de ella...

Compartimos un nuevo testimonio de una personita muy especial, se trata de Noelia una de las participantes en nuestros grupos de apoyo y comunidad. Ella nos hizo testigos de cómo es pasar la Navidad al sufrir Trastorno de la Conducta Alimentaria compartiendo su testimonio Navidad, ¿sonrisas o lágrimas?. Ahora nos acerca su historia en forma de metáfora donde muestra cómo su persona se fue perdiendo mientras el TCA se adueñaba de ella.

LOS POSOS DEL CAFÉ


Voy a contaros una historia con una metáfora que se llama los posos del café.

Yo era una niña feliz, alegre, que disfrutaba de la vida, que no le importaban los kilos de más que tenía cuando empecé primaria, mi vaso de café era sólo leche: clara, sin imperfecciones, sin nada que manchara su blancura, en paz.

No recuerdo en qué curso empecé a recibir insultos hacia mi cuerpo, pero recuerdo uno: elefante azul. Llevaba una sudadera azul, no recuerdo más, supongo que mi mente los habrá borrado para no hacerme daño de nuevo. Cabe decir que esto también me lo dijo una amiga porque “se aburría” (ya no es amiga mía).

+ 1 poso de café

Comencé el insti con la esperanza de que fuera mejor, pero nada más lejos; la asignatura de Educación Física era una tortura, me sentía torpe, inútil, tonta, siempre a la última que elegían y el profesor tenía una obsesión con el cuerpo fit…
En el resto de clases algunos compañeros se metían con mi pelo diciendo cosas que suenan fatal así que mejor lo dejo ahí.

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En bachillerato ya había empezado con anorexia, empecé al volver del viaje de fin de curso de 4°ESO porque me odiaba TANTO que quería perder peso como fuera, decidí que iba a matarme de hambre todo lo que pudiera (RECUERDO: no es la solución), 1°Bach fue mi peor curso porque el TCA estaba a full, estaba muerta en vida, ni siquiera se cómo saqué ese curso la verdad y me quedé sola en clase porque mis amigas o iban a otra o se habían ido.

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Los comentarios de la familia desde niña eran: qué hermosota estás, come que tienes que crecer, ya has comido bastante, tienes que perder peso. Cuando perdí kilos: que bien te has quedado, así seguro que encuentras novio… Cuando me quedé en los huesos: estás muy delgada, come que tienes que engordar, necesitas grasa… Estos comentarios con una autoestima por los suelos, son una bomba. (No hagas caso, la gente te va a criticar hagas lo que hagas).


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En verano no poder disfrutar de la comida de la compañía, de NADA porque me caía, porque no podía conmigo, estaba aislada.

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Las Navidades, comida, ansiedad, sufrimiento, restricción, autolesión, culpa… Bucle de atracón-restricción, redes sociales tóxicas donde aparecen cuerpos “Perfectos”…

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Al principio la leche blanca, sin imperfecciones, sin nada que manchara su preciosa blancura, la paz que tenía se ve amenazada por el café, cuánto más café añades más pesa sobre la leche y llega un punto en el que la leche no aguanta tanto peso y todo se mezcla. Así te pierdes a ti mismo, representado por la leche que antes estaba feliz.


Esto es lo que pasa con los Trastorno de la Conducta Alimentaria, hace que la persona se pierda, que tu TCA se mezcle tanto con tu personalidad que llega un punto en el que no sabes quién eres.

Son pequeñas cosas que se van sumando y al final no puedes con todo.

Recuerdo dos cosas que siempre me gusta tener presentes:

  1. Esto también pasará
  2. No te sentirás así siempre

Un abrazo a todxs y mucha fuerza,
Noelia


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